La plutocracia española y su intervencionismo del mercado
Una foto vale
más que mil palabras. Tras negarse a responder ante el Parlamento, es
decir, ante los ciudadanos, sobre el mayor escándalo de nuestra corta
democracia, a nuestro presidente del Gobierno no se le ocurre otra cosa que convocar a los miembros del Consejo Empresarial para la Competitividadpara analizar la situación económica y política de nuestro país, y me imagino que la suya en particular.
A diferencia de
otros países, donde las formas en democracia se mantienen hasta niveles
escrupulosos, aquí ya nadie disimula, y definitivamente todos se han
quitado las caretas.
Si analizamos
la composición de este Consejo se puede observar como la mayoría de
estas empresas apenas generan empleo y valor añadido dentro de nuestra
querida España, y que son ellas quienes realmente han vivido muy por
encima de sus posibilidades.
Resulta
grotesco que los miembros de dicho consejo “hayan reconocido la labor
reformista del Gobierno, hayan invitado a que se mantenga ese impulso y
hayan considerado que la estabilidad política es lo que permite la
fortaleza económica y salir de la recesión”.
¡Faltaría más!
El intervencionismo del mercado
Las reformas financiera, energética, y laboral, se han elaborado al dictado de sus intereses espurios. Y qué decir del regulador único, a todas luces contrario al derecho comunitario, como recalcó la vicepresidenta de la Comisión, Neelie Kroes, quien envió una carta el pasado febrero exigiendo cambios a la propuesta legislativa de unificación de los reguladores.
Textualmente Kroes afirmaba
“La propuesta legislativa infringe la letra y el espíritu del derecho
europeo en materia de telecomunicaciones. La Comisión no tendrá más
opción que abrir un procedimiento de infracción si la legislación se
adopta sin cambios sustanciales relativos a la independencia y las
funciones del regulador”.
Con la actual crisis sistémica, las élites corporativas tratan de rediseñar una nueva política económica que eufemísticamente denominan austeridad fiscal expansiva, a través de la cual, y de espaldas a los poderes democráticos, quieren recuperar sus tasas de ganancia a costa de los ciudadanos.
Resulta paradójico que el Consejo Empresarial para la Competitividad esté
formado por miembros de un sector bancario insolvente, en pleno proceso
de concentración, lo que aumenta sin duda el riesgo sistémico de
nuestro país.
El gobierno, éste y el anterior,
en vez de combatir la concentración
y creación de monstruos too big to fail,
ha facilitado la constitución de oligopolios,
sin ningún control del riesgo.
Ya ni hablamos de los más de 100.000 millones tirados
Junto a la
banca, destaca la nutrida participación del sector constructor y de los
antiguos monopolios naturales, es decir, telefonía y energía, aderezado
con algún sector de la distribución –Mercadona, El Corte Inglés, y Mango-.
La inmensa
mayoría de ellos, salvo alguna excepción honrosa, que la hay, presentan
graves problemas tanto por la situación económica de nuestro país como
por sus errores estratégicos, especialmente en el proceso de internacionalización, donde compraron muy caro.
Por eso intervienen en defensa de sus intereses,
no de la libre competencia.
Surge así el intervencionismo del mercado
en nombre del no intervencionismo.
En la práctica, el libre mercado, t
al como lo entienden estos grupos de poder,
no es otra cosa
que intervenir el mercado por medio de lobbies,
comprando voluntades políticas,
para que subsidien
a determinados grupos con dinero estatal.
Entonces,
puestos a exigir, piden que el gobierno no interfiera para proteger al
ciudadano en situaciones límites como la actual. Corrompen el gobierno y
luego piden un gobierno pequeño.
La crisis actual, no es más que el producto
de un capitalismo desenfrenado y sin control,
donde el concepto de egoísmo sano de Adam Smith
se ha convertido en una avaricia sin límites
que ha impulsado la aparición
de tremendas burbujas económicas,
cuyo estallido estamos sufriendo en nuestras carnes.
Para cuándo un Roosvelt
Ojala algún día, dentro de nuestra clase política, se escucharan voces como las de Franklin Delano Roosvelt, quien al iniciar la campaña electoral que le llevó a su segundo mandato ofreció en el viejo Madison Square Garden
un discurso vibrante, donde hizo una descripción del gobierno del
dinero organizado. Se lo recomiendo encarecidamente señor Rajoy.
“Durante casi
cuatro años ustedes han tenido un gobierno que en lugar de entretenerse
con tonterías, se arremangó. Vamos a seguir con las mangas levantadas.
Tuvimos que luchar contra los viejos enemigos de la paz:
los monopolios empresariales y financieros, la especulación,
la banca insensible, los antagonismos de clase,
el sectarismo, los intereses bélicos.
Habían comenzado a considerar al gobierno
como un mero apéndice de sus propios negocios.
Ahora sabemos que un gobierno del dinero organizado es tan peligroso como un gobierno de la mafia organizada.
Nunca antes en
nuestra historia esas fuerzas han estado tan unidas contra un candidato
como lo están hoy. Me odian de manera unánime, y yo doy la bienvenida a
su odio.
Me gustaría que
mi primer gobierno fuera recordado por la batalla que libraron el
egoísmo y la ambición de poder. Y me gustaría que se dijera que durante
mi segunda presidencia esas fuerzas se encontraron con la horma de su
zapato”.
¡Qué diferencia!
Publicado 2 days ago por WEB DE PROMOCIÓN ALTERNATIVA
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