Son lugares que encandilan por su belleza, entre ellos los bosques del Sur argentino, en riesgo por la suba de temperaturas y la escasez de lluvias.
Cada vez se tiene más certezas sobre cuánto daño se producirá en el planeta por el calentamiento global. Ahora, una lista elaborada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, según su sigla en inglés) reveló que entre los sitios en riesgo figuran diez paraísos. Lugares singulares por su abrumadora belleza y en peligro de cambiar brutalmente su aspecto.
En estos días hay varios hechos que marcan nuevas actividades en la agenda mundial que rige sobre este fenómeno climático. Por un lado, el 17 de abril, la ONU se ocupará especialmente del tema haciendo hincapié en el riesgo de inestabilidad que provocaría en el mundo (ver El calentamiento...). Por el otro, hoy en Bruselas se conocerá un nuevo estudio del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático) en donde se pasarán en limpio los anticipos que se difundieron hace un mes en París. Y a estos acontecimientos se suma este informe lapidario de WWF, con una lista de lugares (y especies que los habitan) en riesgo de perder su encanto.
Entre esa enumeración figura un entrañable paisaje argentino, el de los bosques que van desde Bariloche hasta Tierra del Fuego, también conocidos como bosques valdivianos, porque en parte se comparten con Chile, a la altura de Valdivia, una de las regiones de ese país.
"En nuestros bosques del Sur, el peligro se vislumbra porque los pronósticos indican más temperaturas y menos lluvias", explicó a Clarín Vicente Barros, profesor emérito de Climatología de la Universidad de Buenos Aires. "De esa región ya se tenían datos que indicaban que estaban en peligro; esta lista que se difunde no hace más que tomar las conclusiones de trabajos que se realizan desde hace tiempo en distintas partes del mundo. Lo que se sabe sobre estos bosques fue investigado por especialistas de Mendoza, que observaron, por ejemplo, que algunas especies de árboles están manifestando problemas para adaptarse a las nuevas condiciones", agregó el experto.
Además de los bosques argentinos, también están amenazados los hielos eternos del Himalaya, la espesura del Amazonas (los pronósticos son tan oscuros que señalan que entre un 30 a 60 por ciento de la región podría transformarse en sabana), y hasta los bosques del este africano.
El desierto de Chihuahua, entre México y los Estados Unidos tampoco se salva; junto con las selvas de manglares de la India y Bangladesh y el mayor río de China, el Yangtsé.
La responsable científica del programa contra el cambio climático de WWF, Lara Hansen, comentó en rueda de prensa que "sólo una acción drástica por parte de los gobiernos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero puede ayudar a evitar la total destrucción de los lugares que estén en la lista".
A las listas de especies y ecosistemas en vías de extinción, debemos unir auténticos paraísos naturales que están amenazados gravemente, bien por efecto de la contaminación y los cambios climáticos, o bien por el turismo humano, que se ha convertido en una de las grandes agresiones que impactan contra estos espacios naturales.
La agresión humana, en forma de turismo, puede y debe ser evitada.
Es absurdo destruir los últimos reductos naturales que nos quedan por ese afán despreciable y tan humano de decir: “yo estuve allí”, o “lo he visto”. Muchos de los turistas que invaden estos paraísos harían mejor quedándose en casa y viéndolos en los documentales especializados.
Esa clase de turistas que ni saben ir a la naturaleza ni tienen cultura ecológica, y que lo único que consiguen es agredirla con sus comportamientos y presencia.
Veamos algunos de los últimos refugios naturales amenazados:
Parque Everglades, en Florida: el ecosistema subtropical más grande de Estados Unidos; está amenazado por el turismo invasivo y la explotación inmobiliaria, que se refleja en nuevos hoteles y centros comerciales.
Islas Galápagos: Amenazadas por el turismo y las especies invasivas. En 2008 se contabilizaron 173.000 visitantes, 90.000 de ellos en cruceros, y el resto con base en tierra, en hoteles. Un paraíso de biodiversidad que es preciso proteger.
El Valle del Katmandú, en Nepal: Invadido por los alpinistas y turistas de diverso pelaje; amenazado por los saqueadores, la contaminación, la guerra y el crecimiento urbano desmedido.
Luxor, en Egipto: amenazado por mareas de turistas ávidos de pirámides, templos, y civilizaciones arcaicas. Amén de las filtraciones producidas por los canales de agua subterráneos que circulan por debajo de los templos, cuya humedad está provocando pérdida de color, hongos y bacterias.
El Amazonas, entre Brasil, Colombia, Surinam, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú, y Antillas. Amenazado por la contaminación, las prácticas industriales, mineras, y madereras, así como por el turismo incontrolado, la explotación petrolífera y gasística, y los cambios climáticos. No sólo están amenazadas decenas de especies, sino también los pueblos indígenas. Es el mayor pulmón de la Tierra y el río Amazonas constituye el mayor sistema hidrográfico del mundo, con las dos terceras partes del agua dulce disponible, y miles de especies. Un santuario biológico y ecológico en grave riesgo.
Parque Nacional de Glacier Bay, en Alaska: amenazado por los cambios climáticos, que podrían hacerlo desaparecer en pocos años. Este parque ofrece oportunidades para observar el flujo y reflujo de los glaciares y el estudio de la vida tras la retirada del hielo. Uno de los paisajes naturales más espectaculares que podemos observar en todo el mundo, en grave riesgo de degradación. Cuenta con 16 glaciares, de los cuales 12 expulsan icebergs a una bahía situada en el sureste de Alaska. Un espectáculo único.
La Gran Barrera de Coral, en Australia: Amenazada por los cambios en las temperaturas del agua, el aumento de la acidez derivada de la subida de CO2 en la atmósfera, y los buceadores turísticos que bajan a ver los arrecifes. Cada vez crece más despacio y se estima que en 2050 podría frenar su crecimiento.
Kangaroo Island (Isla Canguro): La tercera isla más grande de Australia. Más de la mitad de la isla está ocupada por vegetación virgen, refugio de aves en peligro de extinción, y de especies como el canguro Dunnart. Amenazada por la invasión turística y la expansión de hoteles de lujo.
Las cataratas de Iguazú, en Argentina: Paraíso de biodiversidad, donde habitan especies protegidas como el yaguareté, el ocelote y el macuco. Cuenta con 257 especies de mariposas, 18 de peces, 12 de anfibios, 41 de serpientes, 8 de lagartos, 340 especies de aves y 45 de mamíferos. Este impresionante parque está amenazado por el turismo de masas que ya dejan sentir su espeluznante huella. Es una de las últimas reservas forestales de la Mata Atlántica de tipo estacional semidecidual de Brasil y la mayor reserva de bosque pluvial subtropical del mundo.
En algunos de estos paraísos naturales ya existen severas restricciones a la presencia humana y en los que no, ésta contribuye a su degradación de forma acelerada.
Galápagos: Un paraíso amenazado
En 1978 las islas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad, pero en 2007, «amenazadas por especies y un aumento del turismo y la inmigración», fueron incluidas en la lista de lugares en peligro.
El fenómeno del turismo mundial, que ha pasado en las últimas cinco décadas de mover 25 millones a alrededor de 700 millones de viajeros, ha provocado un impacto ambiental considerable que hay que frenar e intentar revertir.
La sobreexplotación turística se ha cargado destinos que eran un tesoro natural, con un estado de degradación lamentable y vergonzoso, que además ha perjudicado seriamente a las especies autóctonas. Por ejemplo, en las Islas Galápagos, los miles
de turistas que las visitan han sido los responsables de las complicaciones que sufren las especies marinas de la zona, ya que las tortugas, leones marinos e iguanas no son inmunes a los gérmenes que portan los turistas.
La actividad industrial y la contaminación, unido a los efectos de los cambios climáticos, están poniendo en riesgo los arrecifes de coral de Australia, que han perdido color; alrededor de 2.800 colonias de coral han pasado de su rojo característico al blanco.
La explotación turística a que se ha sometido la Gran Barrera de coral durante años, ha contribuido a este proceso degenerativo. Aún hoy se permite bucear junto al coral o realizar cruceros sobre la Barrera en embarcaciones o sumergibles. El capricho de personas adineradas que pueden permitirse este tipo de turismo, está contribuyendo a la degradación de los arrecifes coralinos y pueden acelerar su extinción.
Los planes inmobiliarios y de infraestructuras en el Tíbet amenazan otro enclave natural privilegiado, con una afluencia adicional de millones de turistas, y miles de millas de territorio afectadas por los planes de construcción. Además, la gran planicie tibetana, la más elevada del mundo, a unos 5.000 metros de altura, está sufriendo una erosión que jamás ha existido. La fusión de los glaciares podría desembocar en grandes inundaciones de toda la zona.
El Kilimanjaro, en Tanzania, es otro de los paraísos naturales amenazados por la contaminación, la deforestación, el turismo masivo, y los efectos de los cambios climáticos. La capa de hielo ya es casi inexistente y el lago Chad una pequeña mancha azul.
La Isla del Coco, en Costa Rica, es otro de esos hábitats privilegiados, con especies marinas y terrestres únicas en el mundo, y ruta de especies en peligro de extinción, que pueden verse afectados por la afluencia masiva de turistas. También se ve amenazada por especies animales y vegetales invasivas. El café, el pasto de guinea y los árboles frutales están afectando ya al bosque primario de la isla. Y la pesca ilegal emerge como otra grave amenaza
Papúa Nueva Guinea, una auténtica reserva de la biodiversidad, con uno de los cuatro bosques más importantes del planeta, se ve amenazada por las prácticas industriales incontroladas y la deforestación. El turismo podría destrozar uno de los últimos pulmones de la Tierra, aún inexplorado y virgen en muchos rincones.
Los bosques tropicales del Congo y Gabón, de enorme valor y gran riqueza biológica, siguen amenazados por la guerra, la caza ilegal, la tala, la deforestación, y el turismo que se abre camino.
Incluso lugares históricos como la zona arqueológica de Chan Chan, en Perú, han sufrido los abusos de un turismo salvaje y una red de infraestructuras que no respetan el entorno; así, esta ciudadela precolombina, que ha soportado durante siglos la intensa exposición al sol y las inclemencias meteorológicas, ha visto cómo se deterioraba en unos pocos años de explotración turística gran parte de la infaestructura de adobe.Esta tendencia de destrucción aún es reversible, pero es preciso tomar medidas contundentes, apostar por políticas preventivas y de protección de estos paraísos naturales. Dos de las medidas sería alejar todo lo posible la construcción de hoteles y áreas recreativas de los enclaves más valiosos, y un control selectivo de los turistas a los que se les permita el paso.
Pero ante todo deberíamos buscar un cambio de mentalidad y actitud en los propios turistas, y en el modelo de gestión turístico, enfocado al mantenimiento de los recursos naturales y sus hábitats, y no exclusivamente al beneficio económico o la satisfacción del turista a cualquier precio.
Los glaciares de la Patagonia, los más amenazados por el cambio climático
Los glaciares de la Patagonia chilena y argentina se deshielan con mayor rapidez que los del resto del mundo, alertaron los científicos de Naciones Unidas en la presentación de un estudio al margen de la conferencia sobre el cambio climático de Cancún (México).
Foto del Glaciar Upsala, en la Patagonia argentina, tomada el 25 de octubre de 2009 por el observatorio de la NASA.
Los glaciares de la Patagonia chilena y argentina se deshielan con mayor rapidez que los del resto del mundo, alertaron los científicos de Naciones Unidas en la presentación de un estudio al margen de la conferencia sobre el cambio climático de Cancún (México).
La mayoría de glaciares -formados por acumulaciones de nieve y hielo- comenzaron a deshelarse hace unos 150 años, pero el fenómeno se aceleró significativamente desde la década de 1980, según datos recopilados en este informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), divulgado el martes.
"En el periodo de 1960 a 2003 los glaciares menguaron una media de 35 metros en la Patagonia y 25 metros en Alaska", la segunda región más afectada, y en menor medida en Asia y Europa, señala el informe, elaborado con la participación de científicos latinoamericanos, estadounidenses, asiáticos y europeos.
"Un conjunto de estudios científicos demuestra una tendencia clara del deshielo de los glaciares ligada a un clima más caliente y, tal vez, a otros factores", subrayó Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA.
"Estos alarmantes descubrimientos sobre el deshielo de los glaciares subrayan la importancia de combatir el cambio climático de forma global", afirmó Erik Solheim, el ministro de Medio Ambiente de Noruega.
"Nos manda un mensaje fuerte en nuestra calidad de políticos y negociadores en Cancún", agregó Solheim, cuyo país acababa de anunciar una ayuda de 12 millones de dólares para una de las regiones afectadas por este fenómeno, el Himalaya.
Más de la mitad de la población mundial vive en cuencas de ríos que tienen su origen en las montañas con glaciares y nieve.
Las profundas modificaciones de estos glaciares tienen un impacto en dichos ríos y como consecuencia en la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia, los recursos hídricos y la salud.
Tal vez en cuestión de pocas décadas la reducción de los glaciares puede causar una penuria de agua en algunas zonas secas del planeta, como partes de los Andes, señala la ONU.
Así, en regiones áridas de Perú, Chile y Argentina, donde las precipitaciones son escasas, la reducción de los glaciares tendrá un mayor impacto en la disponibilidad de agua que en Europa o Asia, subraya.
Por otra parte, al derretirse los glaciares pueden formar inmesos lagos que, cuando se desbordan, provocan devastadoras inundaciones. Este fenómeno aumentó significativamente en los últimos 40 años en el mundo y recientemente en la Patagonia y los Andes.
"Cinco grandes inundaciones repentinas de lagos glaciares tuvieron lugar en abril, octubre y diciembre de 2008 y de nuevo en marzo y septiembre de 2009 en el Campo de Hielo Norte de Chile", recuerda el informe.
En todas esas ocasiones, el Lago Cachet 2, ubicado junto al glaciar Colonia, desbordó unas 200 toneladas de agua en el río Colonia. Desde entonces, el lago volvió a llenarse rápidamente, sugiriendo un alto riesto de nuevas inundaciones.
El informe del PNUMA señala que una medida eficaz de adaptación a este tipo de fenómenos consiste en trasvasar el agua de los lagos. Esta experiencia se ha llevado a cabo con éxito en los lagos de la Cordillera Blanca en Perú.
"Las autoridades peruanas tienen una experiencia substancial en la solución del problema de los lagos glaciares, habiendo realizados las primeras operaciones en respuesta a la catastrófica inundación de Huaraz, en 1941, que causó más de 5.000 muertes", señala el estudio.
Aunque la tendencia general es una reducción del nivel de la mayoría de glaciares, un mayor nivel de precipitaciones en algunos lugares del mundo aumentó la masa y en algunos casos el volumen de los glaciares en partes de Tierra del Fuego, así como en Noruega y en la isla meridional de Nueva Zelanda, precisa el estudio.
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