miércoles, 6 de octubre de 2010

De rotondas, monumentos y surtidores.


Una rotonda es una cosa que suele estar en mitad del asfalto, a veces muy cerca de casa, y que a menudo cuenta con algún surtidor, farolita o con un bonito monumento de cinco metros.
Muchos adefesios inexplicables se yerguen sobre ese pedestal del paisaje urbano llamado rotonda. Esa misma que todos los dias te obliga a ralentizar la marcha y que hace jugarse la vida al peatón que intente cruzarla. Esas que ultimamente surgen como setas por nuestra geografia local y cuyo nombre popular suele coincidir con algun comercio de uno de sus laterales, con la figura que representa la horrorosa escultura que la preside o con el mote que inspira, a veces poco decoroso. Porque a las rotondas no se las llama casi nunca por su nombre oficial -cuando lo tienen-.

Que poco respeto para una presencia tan rotunda.
Las rotondas ya se adueñaron de nuestras ciudades enmascarando la pobreza de algunas insipidas calles. Las rotondas nacieron para regular el tráfico, no para colocar monumentos.
Además de suavizar el trafico, las rotondas se usan como sello de identidad, y los alcaldes lo saben. Son un espacio de oportunidad para poner "cosas".

Las "cosas" que los Ayuntamientos colocan encima de las rotondas conforman un muestrario variopinto. Hay quien apuesta por reforzar la identidad local -y de paso añade el nombre de la ciudad en grandes letras, o con florecitas-. En Colmenar Viejo un par de canteros -maza y botijo incluidos- en una glorieta y otro de pastores con media docena de reses dan la bienvenida a la localidad. Cerceda, pocos kilómetros después, repite la primera idea, aunque con estilo menos figurativo y hierro en lugar de bronce. Es lo que tiene compartir tradiciones.

Todo vale para una una rotonda. Desde banderas de España hasta piezas de artistas consagrados , pasando por una profusión de motivos rurales. Esta profusión, independiente del color político de los equipos de gobierno de turno, también tiene sus detractores. Las rotondas se han convertido en un en un medio de autobombo para los políticos y en un gran negocio para las constructoras y la confluencia de intereses de autoridades, constructores -hay quienes las ofrecen con monumento incluido-, artistas y medios de comunicación y han acabado por convertirlas en panacea de un paisaje que se empobrece y estandariza. Este arte urbano no está hecho por y para el ciudadano y es muy dificil que se integre en el entorno. Además, solo puede verse desde el coche o desde los balcones de los que viven alrededor, "la rotonditis" se define por los expertos como "una plaga y un despilfarro".

Con arte o sin ella, inaccesibles para los ciudadanos de a pie, las rotondas componen el paisaje cotidiano de miles de ciudadanos. Reflejan la ciudad hecha a la escala del coche. Ya que no podemos vivir sin ellas, vamos a llenarlas de referencias que nos ayuden a orientarnos, que nos digan algo y tengan nombre.
Menos mal que ya van cabiendo menos......




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